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SAGA DE LA FAMILIA CORREAS DE LARREA (PARTE 2)

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Mensaje  Alejandra Correas Vázquez Vie Abr 11, 2014 8:46 pm


SAGA DE LA FAMILIA CORREAS DE LARREA

-------SEGUNDA PARTE-------

por Alejandra Correas Vázquez

III . La Compañía de Jesús
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LA GRAN ESTANCIA

Pero Don Félix Correas de Larrea, el nuevo dueño de Jesús María, no abandonaría nunca su tierra familiar mendocina. Su entorno de siglos, la imponencia andina que lo acrisolaba. Ni conocería tampoco la verdosa campiña cordobesa con ese emporio antaño perteneciente a la Compañía de Jesús y que ahora pasaba a sus manos ... Con casas, templos, molinos, artesanos, gauchos, esclavos, peones, bordadoras, curtiembres, herreros, viñedos, trapiches, carretas, mulas, caballos por doquier, ganado en general, boyeritos. La lectura de este documento existente en el Archivo Histórico de Córdoba, es impresionante y larguísima.
Encontramos en el texto notarial, una gran empresa múltiple que nos maravilla. Nos revela la potencialidad sudamericana levantada en poco tiempo, por el ingenio jesuítico, sobre la estructura inicial de un pueblo zonal primitivo (el Comechingón, habitante de cuevas) que fuera antes invulnerable a la civilización del Inca. El documento de compra a favor de Don Félix firmado en Mendoza, que se halla actualmente en el Archivo Histórico de Córdoba –cuyo grueso y extensión le da la condición real de “libro”– anotado en los costados a lápiz por numerosos eruditos, es el balance minucioso y meticuloso que fueron los cordobeses a presentarle a este comprador hasta la ciudad andina, para que estampara su firma y compromiso ...

Don Félix ya no podía retroceder.

Este documento es un auténtico censo. La lectura del mismo nos habla de un progreso y un esplendor admirable, por el lugar y la época (Cono Sur sudamericano, siglos XVII y XVIII). Los hombres de Loyola levantaron una cultura en tierras inmersas hasta entonces, en la prehistoria sudamericana. Extrajeron el oro del plomo. Delinearon con su empeño y constancia un comportamiento diferente a la provincia salvaje descubierta en el siglo XVI por Diego de Rojas, conocida en esos tiempos en los mapas europeos alemanes —como el de Pedro Homen— con el sugestivo nombre de : Incógnito Regno.
Hallábase habitada a la llegada de los Jesuitas, por unos pocos andaluces olvidados y muy meritorios (fundacionales) y otros pocos encomenderos solitarios y trabajadores que bregaban afanosos tras un progreso difícil, por el duro aislamiento que impone la lejanía. Agregando a ello el desastre que producían los feroces Malones del comienzo (nómades procedentes del llano pampeano) que todo arrasaban destruyendo hasta la hierba. La población nativa original, sedentaria, estaba constituida por indios en edad de “piedra pulimentada” (comechingones y sanavirones) precivilizados y víctimas también de los malones. El cuadro no era para nada muy halagüeño, pero los Jesuitas tuvieron desde su llegada, con su empeño, el arte y la dinámica necesaria para ponerlos a todos ellos en marcha.
Por intermedio de la Compañía de Jesús y su constancia, Córdoba pasó del analfabetismo a la erudición. Del abandono a la industria. Del olvido al progreso. De la indolencia comechingona a la perseverancia cordobesa. Se convirtió en este lejano “Tucumanao”, a orillas del río Suquía y a la vera del Calicanto, entre sus verdes pampas y bellas sierras, con ricos salinares, en una sociedad de avanzada.
Con su altivez. Su librepensamiento. Su independencia. Su disciplina. Su método. Su unidad. El hombre de la Docta adquirió una lógica, una dialéctica, una oratoria que le es propia. Fue la obra de sus maestros. Ha sobrevivido a la expulsión jesuítica, a los intereses políticos, con memoria de especie, con sacrificio y moldeada en estructura fina ... Córdoba se sobrepuso en el tiempo.

IV . La Aventura Sudamericana
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EL CORREGIDOR

Aquellos vitivinicultores mendocinos elegidos para la elaboración del cordobés Vino del Rey, por su propia condición de familia bodeguera –tradición con la cual llegaron desde Vasconia– eran descendientes directos del Corregidor y Maestre de Campo Don Pedro Correas de Larrea, llegado al comenzar el siglo XVII a la ciudad chilena erguida al pie del Aconcagua : Mendoza.
Sus altísimos cargos eran por entonces, más importantes que la ciudad donde le tocara ejercerlos. Nadie envidiaba la suerte de Don Pedro : Mendoza, en el siglo XVII. Una ciudad amenazada –cerrada– como ruta de Malones, fortín de frontera. Transandina y muy solitaria. Nadie envidiaba su lugar y esto lo demuestra el hecho de que sus cargos pasan de padres a hijos —cosa extraña en la dinámica española— pero lógica si comprendemos que no había candidatos para reemplazar a estos Corregidores fronterizos, aislados en la Cordillera de los Andes.
Pero Mendoza sería desde el comienzo, a pesar de sus duras vicisitudes del comienzo, muy próspera en vides. La “tierra del buen sol y el buen vino”. Tierra de promisión para los vascongados Correas de Larrea.
Don Pedro, pionero de una empresa que incursionaba por épocas difíciles sobre las indómitas regiones andinas de Arauco –cuando aún se hallaba caliente el cuerpo de Valdivia cruzó los picos de nieves eternas en este remoto confín del Cono Sur, rodeado de malones, Andes y soledad ... Con el pendón de Castilla y su alma vascoaragonesa. Y a partir de allí ya no retornaría nunca más a la patria de Don Pedro y de Don Jaime,
Su solar natal, el antiguo reino aragonés y provenzal de Don Pedro de Aragón, ya no existía. Tierra de cátaros y antipapistas, tierra de disidentes. Pues Vasconia, Aragón, Provenza, Navarra, Catalunya, Baleares, Cerdeña, Malta, las Dos Sicilias... formaron en conjunto antaño, ese destacado Reino de Aragón de los trovadores. Fue heredado fragmentado por Fernando el Católico, cuyo antepasado Don Pedro II había perdido la Provenza (hoy francesa), frente a un ejército papal defendiendo a sus súbditos cátaros y muriendo por ellos en aquella lucha, en el sitio de Toulouse. Aragón además, sería también un refugio templario.
Porque España unitariamente en el silgo XVI todavía no existía como tal, al comenzar la conquista bajo Carlos V y luego la colonización bajo Felipe II, cuando son fundadas por éste último las ciudades de Córdoba y Mendoza. Eran : “¡Las Españas!”. Y paradójicamente al contrario de lo que se cree hoy, los aventureros y encomenderos de aquel gran Imperio Español de Ultramar —mayoritariamente— no hablaban el castellano. Lo aprendieron aquí, pues no era su lengua materna, aunque hubiesen nacido en la península ibérica.
Igual aconteció con los inmigrantes posteriores. No era su lengua y en muchos casos la propia estaba bastante distanciada de ella, hallándose todos algo cercados por el idioma al llegar a las Indias. Incluso aprendieron rápido las lenguas nativas, por ello se conservan.. Sabemos bien que en España actual rigen estas diversas lenguas hispánicas. La historiadora Rosa Arciniega acota en su libro “Dos Rebeldes Españoles en el Perú” que en ese siglo (XVI) en la “calles de Lima se oía hablar el vascuence”.
Lusitanos, vascongados, aragoneses, napolitanos, moriscos, marranos, flamencos, indios, africanos, etc... O sea el conjunto de súbditos de Felipe II, todos ellos aprendieron el castellano en esta Hispanoamérica que los acogiera con generosidad. Además, costóles tiempo en adquirirlo, pues se movilizaban por comunidades. Hasta las Mercedes y Encomiendas eran repartidas por grupos étnicos, en búsqueda de la armonía de sus miembros como sistema virreinal.
Eso sí, los documentos públicos estaban redactados en castellano y en latín. Y en el Cono Sur también se escribieron en quichua, aymará y guaraní, lenguas indias que eran oficiales dentro de la Colonia. Las bulas papales para la aventura americana favorecieron a Castilla (siempre papista) y fue el pendón de Castilla –su bandera– lo que numerosísimos vascongados plantarían como enseña “propia”, en este Cono Sur sudamericano. Un pendón contra el cual sus antepasados habían combatido hasta a morir, en grandes batallas medioevales...

¡Ironías del destino!

EL ANTIPAPISMO

El “Antipapismo” fue un movimiento largo en la Europa medioeval, no solamente por el cisma de la iglesia ortodoxa de Bizancio, sino dentro de la misma tierra europea. Originó el drama de Romeo y Julieta, evocado por varios autores testimoniales, y los primeros son italianos. Las dos familias rivales de Montescos y Capuletos son “papistas y antipapistas”, ésa es la verdadera lucha entre ambos.
Como es sabido por una larga tradición nunca debe decirse : “de esta agua no he de beber”, pues el devenir reserva sorpresas y el destino da vueltas las cartas. Juega de nuevo. Con todo ese pasado de luchas antipapistas que protagonizó el Reino de Aragón, cuya oponente feroz en tierras españolas fue Castilla (aliada papal, vencedora y aliada del reino moro de Granada, insólitamente, para ello), hubiese sido imposible comprender en aquellos siglos anteriores a la conquista, el valioso papel que iban a representar estos súbditos aragoneses —enemigos declarados del Reino de Castilla– para la corte castellana en el siglo XVI. Pero los vascongados reconocían como su rey, al Rey de Aragón, y el matrimonio político de Fernando e Isabel repartió suertes de nuevo, como en un juego de cartas.
Fueron ellos, los vascongados, el bastión español en muchos lugares claves y tocóles vivir circunstancias especiales. Como presencia poblacional, en muchos casos. Pero principalmente en la fundación de ciudades todavía hoy prósperas (Indias Occidentales y Orientales) las cuales forjaron futuro para una sociedad española fuera de España. Por ejemplo, Manila en Filipinas, fue fundada en 1571 por López de Legazpi con tres navíos de pioneros vascongados de Guipúzcoa, que llegaron hasta allí en busca de esperanza.
Recordaban todos al partir de las costas cantábricas, la violenta lucha de siglos, de los castellanos contra ellos. Pues eran aliados de cátaros, templarios, iluministas, arrianos, protestantes, carrancistas; y acérrimos enemigos del papismo como el calvinista Cipriano de Valera (aragonés) que se refugió en Ginebra editando una importante Biblia.
Por doquier abundaban los protestantes en los países vascongados a ambos costados del Pirineo. Tres mensajerías había recibido Enrique de Navarra (prófugo de la noche de San Bartolomé), de Felipe II –quien era a su vez cuñado suyo– hasta su refugio en las grutas pirenaicas donde éste se escondió por 20 años, auxiliado por sus bravos guardianes hugonotes, para convencerlo de unir la Vasconia a España, como reino aliado. Mas el antiguo cortesano de los Valois prefirió declarar: “París... bien vale una misa”. Y se perdió con ello, lamentablemente, la unificación del País Vasco que hoy tanto se busca, con algunos métodos modernos muy discutibles.
Por doquier también abundaban los protestantes hugonotes en la América del siglo XVI intentando crear una “Nueva Francia” para darles albergue. Así fundaron Río de Janeiro en tierras de Portugal sobre la hermosa bahía de Guanabara. Y La Carolina en el norte de Florida dentro de territorio español, bajo el auspicio del almirante hugonote Coligny (la primera víctima de la “Noche de San Bartolomé”) quien trasladaba en su flota familias completas. Nueva Orleáns tiene este mismo origen. Y aunque ellos fueron expulsados de estos importantes emprendimientos, tanto la exploración francesa protestante como sus fundaciones, dejaron impresas sus huellas para el devenir de la historia americana.
Los vascongados españoles con un claro pasado “carrancista”, es decir seguidores de su Obispo Carranza (quien no intentaba crear una iglesia nueva sino reformarla, aboliendo culto a imágenes etc, justamente para detener el cisma protestante que se llevaba países completos) y debido a ello fue encarcelado por la Inquisición, mientras que sus seguidores fueron quemados vivos en el Auto de Fe de Valladolid. Los sobrevivientes se convirtieron rápidamente en “antipapistas” y fueron sospechados de “calvinismo”, lo que era una falsía, un pretexto argüido por la iglesia española fundamentalista a fin de crear en la península ibérica un régimen de terror. Cosa que lograron.
Se les hacía muy difícil la vida en España con las piras de la Inquisición frente a sus casas. De este modo se embarcaron en masa hacia Flandes y hacia las Indias, cumpliendo el término que dice “Dios aprieta pero no ahorca”. Atraídos sin duda, también, para cruzar el océano, por un futuro muy promisorio como miembros de la administración colonial o en sus cargos de encomenderos y exportadores, los cuales les fueran ofertados en ambas Indias, Orientales y Occidentales. Es así como aparecen en número considerable entre los siglos XVI y XVII por todo el imperio español. Cual confiando en un reto de la vida.
Las costas americanas del Océano Pacífico y las costas filipinas del Mar de la China, los vieron navegar con mucho desempeño. Mentados marinos como eran, y cautivados por esa nueva bonanza que permitíales dejar atrás las guerras intestinas de la península, con todos sus desencuentros religiosos del pasado, no dudaron en embarcarse. Pero más que nada, deseaban olvidar para siempre el gran Auto de Fe de Valladolid del siglo XVI, donde fuera quemada viva la mayor parte de la cúpula carrancista española. Hecho que siendo niño presenció horrorizado Juan de Austria, hijo de una dama protestante, Bárbara Blomberg.
Otro proscripto de aquel momento fue Ignacio de Loyola, quien logró huir cruzando la frontera (aunque fue quemado en efigie por la Inquisición española) y llegar hasta el Papa antes que sus acusadores. Carranza no tuvo la misma suerte, pues llegó a Roma ya encadenado y llevado por sus detractores. Pues siendo una figura del alto clero no se atrevieron de arrojarlo junto con sus seguidores a la hoguera.
Esta es también la tradición (aunque no se halle confirmada) que envuelve a la familia Correas de Larrea desde su arribo. Fue siempre una familia con tendencia agnóstica. No colocaban imágenes en sus domicilios, se educaban en escuelas laicas de varones y mujeres (apenas se abrieron en Argentina) y no asistían a misa. Escondían un pasado antipapista. Por requerimientos sociales cumplían los reglamentos de bautismo y casamiento, pero se casaban preferentemente en el domicilio familiar.
Para muchos de sus descendientes hay una convicción de que fue en origen una familia “reformadora” seguidora del Obispo Carranza, que había perdido familiares en el cruel proceso de Valladolid. Habrían de inmediato emigrado a Flandes sirviendo siempre con lealtad al ejército español. Una amnistía bajo Felipe III (el protector de los jesuitas y fundador de la Universidad de Córdoba) los trajo de regreso, de modo que Don Pedro nació en Huesca, capital de Aragón.
En el árbol genealógico familiar editado en Mendoza en 1967, no aparecen los primeros matrimonios como confirmados por la Iglesia, y sólo tres generaciones después (ya en tiempos de Don Pedro) comienzan a celebrarse bajo el catolicismo. El erudito Obispo Carranza había ya muerto, terminando sus días en una cárcel de Roma.

V . OLVIDO
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UNA PICA EN FLANDES

Con sus incógnitas confesionales, sospechado como tantos otros aragoneses y vasconavarros de protestantismo, o más vale de carrancismo (lo que se consideraba aún peor), hallábase ahora radicado en Mendoza este nuevo enviado del rey español a sus posesiones de frontera. El Corregidor y Maestre de Campo Don Pedro Correas de Larrea tenía a su cargo preservar ese espacio fronterizo fijado antaño por el Inca, que limitaba con el reino de Arauco y que señalaba al Río Maule como línea divisoria. Será éste un cargo hereditario de padres a hijos por mucho tiempo. Lo que indica tanto una eficiente tarea defensiva montada por él, como también que no era fácil para la administración colonial española, hallar gente idónea de reemplazo para lugares estratégicos y muy alejados. En el Sur del Cono Sur Sudamericano.
Según el organigrama medioeval eran las familias de “Marqueses” los que cuidaban una “Marca” o frontera. Los marqueses en España tenían cargo militar y también dirigían cuerpos de guerra en avanzada, asumiendo las decisiones en carácter propio, sin solicitar venia del rey. Un ataque sorpresivo fronterizo no puede demorarse en mensajerías. Y este Marquesado en el sistema feudal era hereditario. Pertenecía a la “nobleza rural”. Al haberse realizado el descubrimiento de América en 1492 (o sea en el Medioevo) todas las organizaciones feudales pasaron a América. Tal sucedió en cualquiera de las colonias, ya fueran estas españolas, francesas, inglesas, holandesas o portuguesas. Como también siguieron en vigencia sus leyes. El rumbo que tomó Europa tras el 12 de octubre, no entró en la América colonial. Este es un tema bien analizado por los historiadores modernos.
Esta familia Correas (o Korres) fue una familia de marqueses, o sea militares de frontera de la nobleza rural, donde los segundones eran enviados hacia el imperio español, mientras los Mayorazgos continuaban en España... Habían servido primero en la “marca” de la Vasconia original cuidando sus fronteras de los ataques castellanos. Más tarde fueron a defender la “marca española” de Flandes, y por último la marca sudamericana. Pues Mendoza fue una “marca” en el término propio del concepto. Era la zona de frontera a proteger contra las invasiones araucanas (Malones) que atacaban el “Reyno de Chile” en el siglo XVII. Con este nombre, aunque nos resulte extraño, figura la gobernación chilena en las Actas Capitulares cordobesas.
Esta Marca provenía de muy lejos, era precolombina, ya la había establecido el imperio incaico antes de la llegada española. Y tenía además la necesidad de ser asumida por gente con experiencia en lo que hoy llamaríamos “guerra de guerrillas”, o sea un ataque inesperado con respuesta a su vez inmediata. Colocar una “pica en Flandes” era el método usado como repuesta a las incursiones de los flamencos que habían acostumbrado a las tropas españolas, a esta forma de resistencia. Fueron la tropas de Flandes —elegidas ex profeso a tal fin–– quienes debieron llegar hasta el Cono Sur Sudamericano para frenar los Malones.
España tenía dos frentes de guerra internacionales (como miembro de la Casa de Austria) la guerra de Flandes y la guerra de Italia. En la primera se valía de tropas ligeras de actuación rápida y soluciones intrépidas, experimentadas al lado de los flamencos. En la segunda debía enfrentarse con los ejércitos preparados por los estrategas del rey de Francia y el muy organizado ejército francés. Era una guerra estratégica, táctica y de cálculo. Para el sur de Sudamérica se trajeron los tercios de Flandes, muy experimentados en esta forma de combate sin previo aviso, colocando “picas en Flandes” lo cual desconcertó a los araucanos y frenó los Malones.
Y esa lejanía del Cono Sur sudamericano en aquellos siglos, era muy conveniente para toda familia que tuviera problemas confesionales, al alejarse lo más posible del Santo Oficio que tenía su sede en Lima. Como asimismo les facilitaba su desarrollo como familia al sustraerse de los códigos de la Inquisición, vigentes junto al río Rimac, demasiado cercana y temible. Tal sucedía también con Córdoba, donde judíos sefardíes, moriscos musulmanes y judíos lusitanos (todos ellos fundacionales) hallaron en este sitio alejadísimo, sito en el Tucumanao, su “ciudad de refugio” casi de corte bíblico.
Como compensación al cumplimiento de deberes con el Rey los cargos coloniales se pagaban con bienes, especialmente en tierras (Mercedes Reales) al no poder disponer de moneda circulante en los primeros siglos. Los poseedores de Mercedes llevaron el nombre de Encomenderos del Rey. Y esto daría origen a los terratenientes argentinos, quienes fueron el mayor pilar de prosperidad en la economía nacional de la primera etapa.

ENIGMAS DE FABRICACIÓN

Don Pedro oriundo de una Vasconia española rica en vinos, se transformó sin dificultad en viñatero y bodeguero mendocino. Sus descendientes aún poseen allí, en ese soleado Cuyo (solar familiar) el prestigio de su marca. Mucha gente de hoy no conoce que el viñedo no está asociado siempre a la bodega. No todas las tierras excelentes para las parras son magníficas para la maduración del vino. Jesús María no era un viñedo excelente, era una bodega excelente. Sus características climáticas le daban condiciones óptimas para la maduración del vino. Pero la mayor parte de la cosecha de uva que elaboraban los Jesuitas venía de zona cordillerana.
En el tiempo de ellos la Provincia de Cuyo pertenecía a Chile, de modo que se importaba la uva pagando aduana seca. Esto encarecía su precio y limitaba su producción. Al quedar unida la zona cuyana a la Provincia de Córdoba del Tucumán, surge una nueva oportunidad, pues ya no había más dicha aduana. Esto es lo que tuvo en cuenta el Marqués de Sobremonte al buscar a los mendocinos : Su Uva.
Todavía hoy hay un corretaje para la cosecha de uva entre Chile y Mendoza, según haya sido la vendimia del año. Hay tratados aduaneros para que el precio no se recargue en el vino. En el tiempo del Marqués como consecuencia de esta nueva economía, al quedar suprimida la aduana seca que separaba a Córdoba de Mendoza, pudo aumentarse la producción bodeguera de Jesús María que logró colocarse con alta ganancia en el Mercado de Charcas. Siendo sus principales consumidores los acaudalados potosinos que tenían la ciudad más rica, bella, esplendente y poblada de la América colonial : Potosí.
Los Correas como vitivinicultores hábiles, iban a preservar en la provincia de Córdoba –mientras ellos fuesen dueños de la bodega de Jesús María– las cepas originales de ese afamado vino cordobés de los Jesuitas, que se servía en la mesa del Rey … Perdiéndose esta línea de producción, iniciada por la Compañía de Jesús, cuando ellos se retiraran de allí.
¿Olvido? ¿Fórmula secreta? ¿Enigma de fabricación que ellos no transfirieron? ¿Cambio de programación hecha por la comunidad inmigrante friulana posterior? ¿Substitución de las cepas originales? ... No lo sabemos, el Vino del Rey ya no se fabricó más en Jesús María.

VI . Viaje Sin Retorno
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LA ÚLTIMA CARAVANA

Jesús María no brindó ya nunca más en adelante, al retirarse de allí esta familia, ese vino blanco, añejo y seco que la hiciera célebre en Europa. Tanto en la mesa de los Austria como en la de los Borbones. El último cargamento con esta especialidad tan mentada, el Vino del Rey de Jesús María que degustara San Martín —quien bien se sabe, era un excelente catador— fue llevado en caravana por Don Santiago Correas Narvaja (el niño solitario que naciera y creciera en Jesús María) hacia el Alto Perú en su viaje anual de 1880 … Y del cual no retornaría vivo … Ni se supo nunca nada de esa caravana que él llevaba repleta de vinos y cueros secos ¡Desapareció!
Contaba sólo 40 años de una vida muy saludable y plena. Estaba casado con su prima Aurora Narvaja Vaca (estos apellidos en ese orden) siendo padre de tres hijos pequeños: Orencio, Santiago y Rafael. Fue la suya una muerte de ruta, imprevista y misteriosa. Nunca aclarada. Sospechosa. Nada explicada. Dudosa, por ser él uno de los empresarios de caravanas que tenían mayor asiento comercial en el Mercado de Charcas, tanto como en el puerto altoperuano de Arica.
O sea, aquel sector de la unión sudamericana que políticamente iba a ser desarticulado por el imperialismo inglés y que unido a ciertos puntales “clientelistas” escondidos dentro de la propia nación argentina, crearon un contexto vinculado al Foreing Ofice. El cual crecía en aquel momento con auge internacional debido al ministro inglés Disraeli, en desmedro de las naciones hispanas y hermanas.
Al año siguiente Chile invadía Arica y cerraba para siempre ese puerto libre, con todos los muelles argentinos. Además en aquel asalto se quemaron las banderas argentinas con furia especial, las cuales ondeaban en aquel célebre puerto que Bolívar había declarado libre y de interés regional. Chile confiscaba además a todos los ciudadanos argentinos sus propiedades de Arica y Antofagasta.
Por otro lado y al mismo tiempo, en la ciudad argentina de Catamarca era cerrado el “Paso de San Francisco”, desde dónde se embarcaba por el Pacífico rumbo hacia San Francisco de California (por ello su nombre), cuando era mejicana y por ende, hispana. Hermana. También se invadió alrededor de esa fecha : Filipinas y Puerto Rico. Y pocas décadas antes fueron invadidas las provincias Cisplatinas argentinas (hoy de Brasil), Tejas y California (hoy de USA) en un trabajo de tenaza bien programado que no se ha podido revertir. Los mismos sectores que movían los hilos enviaron a argentinos, uruguayos y brasileros a destruir Paraguay...
¡La gran vergüenza!
Y llegó el final ... Comenzaría al año siguiente en 1881 a funcionar el ferrocarril inglés en nuestro país, que, misteriosamente, no hizo ramal para Charcas. Nos separó del Gran Mercado histórico. Recién en 1930 la antigua ciudad tendrá un ferrocarril que la reúna otra vez con el continente sudamericano del cual fue aislada. Pero ya era tarde.
El escenario histórico y vital dejó de un año para otro (1880) de funcionar. Más que ninguna otra gesta de la insubordinación local o de las guerras civiles del siglo XIX violentas y fraticidas (algunas de ellas con banderas inmoladoras de sangres hermanas y otras con Cabildos Abiertos erráticos) … Más que los cruentos desengaños de personajes delirantes que llevaban al caos, más que el desconcierto general del pueblo productor, fue ese año de 1880 –el último año de caravanas entre Córdoba y Charcas cuando el telón de una identidad cultural hermanada, que unía continentes... se bajó de un solo golpe.
Nunca más una Sudamérica unida. Nunca más las naciones hispanoparlantes respetuosas de sus variedades étnicas, pero con concepto de comunidad. Con un crecimiento ordenado e independiente pero conviviendo libres. Orgullosas de pertenecer al primer mundo. Nunca más el Vino del Rey de Jesús María servido en Potosí, en las mesas europeas y en los palacios reales...

La última caravana hacia Alto Perú partió de Córdoba ...Y ya no retornó...

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2-Huéspedes de Honor (Segunda Parte)
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Index

I. Cabildo Abierto
II. Alférez Real
III. El Testigo

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I . Cabildo Abierto
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LA DEMOCRACIA

1815. Una vida aparentemente serena envuelve a Córdoba la Docta, ciudad universitaria, como si el tiempo hubiese decidido detenerse. En esa calma que inunda la ciudad y los citadinos, previa a las grandes emociones, transcurre la segunda década del siglo XIX y los cordobeses se empeñan en la elaboración de esta nación incipiente, con módulos nuevos. Cabildantes y vecinos reúnense ahora frente al Campo de Marte en Cabildo Abierto, para elegir a su gobernador. Nunca hasta entonces lo había hecho. Es ya el comienzo de la democracia.
Los votos son cantados y los nombres de cada uno de ellos figuran en las Actas Capitulares. Por las votaciones se definen las personalidades, la estructura mental de cada participante. Su identidad. Don Josep Orencio Correas y Sotomayor –el actual dueño de Jesús María y del Vino del Rey– un ciudadano mendocino hijo de Don Félix y futuro padre de Santiago (quien aún no ha nacido) votará haciendo uso de su derecho como cabildante de Córdoba por :

“El Honorable Cabildo”

No por un individuo, como es la otra alternativa. Sino por el Honorable Cabildo, demostrando con ello las facetas peculiares de su pensamiento, que a lo largo de su larguísima vida, siempre habría de sustentar. Su estilo. El valor que él da, a las institu¬ciones del Estado.
Para él, la Nación es el leitmotiv de sus habitantes. Pues por la nación, por la patria, vivieron la mayoría de esos hombres del siglo XIX con un sentimiento ancestral y casi genético, que los llamaba al servicio. Vivieron para alcanzar el logro de una integración nacional. Y aquí la nación es la Pachamama. Una diosa ctónica precolombina a la cual todos veneran por un motivo incubado en el ser humano, casi atávico —y colectivo en su concepto— que no se halla escrito ni se predica en un púlpito y sin embargo pervive. Heredada del incaísmo, asumida como tradición folklórica, ellos le rinden pleitesía y le sirven desde su infancia.
En aquellas culturas trascendentes del incario y sus antecesores, reinaba más que el Inca, la Pachamama. Madre ancestral. La Gea sudamericana. O sea la Nación, en términos modernos. La Patria, en términos del siglo XIX.
Para Don Josep Orencio la nación como tal, es el centro de sus habitantes. Su motivación existencial. Su razón de haber nacido. Los genes no se pierden jamás y subsisten, perduran con el tiempo, se proyectan en los ciudadanos y la Pachamama poderosa se servirá de ellos, como toda diosa. Como toda fuerza imponderable que ningún raciona¬lismo puede destruir, porque esas fuerzas que se llamaron dioses, perviven, se proyectan hacia delante, están arraigadas dentro del hombre mismo desde el momento de nacer.
Para Don Orencio la nación es el alma de sus habitantes. Su alma colectiva. Ellos deben servirla. En todos los momentos de su vida se advierte esa facultad propia de poner a las organizaciones representativas de la nación, como pilares de su existencia. Como su razón vital.
Por ello él vota en 1815, aquel día de elección en el Cabildo de Córdoba, por el “Honorable Cabildo”. Para él... es el Cabildo de Córdoba como cuerpo colegiado, quien debe gobernar a los cordobeses. Tal es su preclaro pensamiento y al que no cambiará nunca más hacia delante.
El devenir, cuando haya una constitución provincial, le dará la razón creando una nueva figura, y tendrá Córdoba senadores y diputados provinciales, para evitar que recaiga sobre una sola persona un poder absoluto.

(FIN SEGUNDA PARTE)



Alejandra Correas Vázquez

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