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LOS AMANTES DEL CARBÓ

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Mensaje  Alejandra Correas Vázquez Vie Mayo 16, 2014 4:52 am

LOS AMANTES DEL CARBÓ

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Por Alejandra Correas Vázquez

1 - ROMEO Y JULIETA

Romeo y Julieta también vivieron en Córdoba. Lo tenían todo: Pasión. Belleza. Intelecto. Derechos. Romanticismo. Erotismo. Sensualidad. Poder. Protección. Respetabilidad. Dinero en abundancia. Salones. Estudios... Pero decidieron separarse de este mundo por voluntad propia y en plena juventud, dejando junto a ellos un libro abierto en la página de un poema, contemplando desde una ventana soleada del microcentro citadino, a la tradicional “Plaza del Caballo”.

Como un cuadro teatral clásico perfecto, contiene este drama cuatro personajes que dialogan de a dos. Primero los dos amantes. Luego una maestra y una abuela, para completar el clásico cuatro, que juegan entre ambas su propio diálogo. También tiene dos escenarios.

El Primer Escenario, el que más pesa : la sociedad ilustre de la “Vieja Córdoba”. Su orgullo y su tradición, basadas ambas, como ocurría en las ciudades griegas, en su cultura y su aislamiento.

Como una antigua sede helénica entre vida campestre y gente erudita, Córdoba aislada por tres siglos y medio en ese entonces, por geografía al hallarse situada en el centro del Cono Sur sudamericano, y por historia al ser fundada tempranamente en tiempos de Felipe II en 1573 (y reestructurada poco después por la Compañía de Jesús) no creía ni siquiera pertenecer a su propia nación Argentina. Ni a Sudamérica. Se manifestaba sola, federalista a ultranza, con un sentido de propiedad autónoma aún en las primeras décadas del siglo XX.

Córdoba exhibía siempre una independencia inamovible. Pero su sociedad tradicional, a la que pertenecía esta familia encumbrada de la Docta Córdoba —sobrenombre clásico de la ciudad— era impenetrable en todos sus condicionamientos.

El Segundo Escenario, de muchísimo peso por décadas: es el ilustre e ilustradísimo, Colegio Carbó... cuna del intelecto volcado hacia la mujer. Hecho y preparado desde el siglo anterior por el presidente Sarmiento, como colegio férreamente laico, latinista y humanista, que recibía un alumnado de diversas religiones, dispuesto a lograr en esta ciudad alejada de los mares y mediterránea, un esquema de mujer con formación cultural erudita.

2 - LA DAMA

El primer personaje es la Dama, no por galantería banal, sino porque fue ella en sí misma y en su circunstancia total, el centro de esta historia apasionada y cuestionada. Ella, cordobesa de alcurnia, hermosa, lucía en los salones su elegancia juvenil, su fortuna familiar y la hermosa mansión enrejada de su abuela materna, donde vivía llena de todos los lujos, en el barrio residencial de Nueva Córdoba, la cual hoy es museo.

Bella y culta, estudiosa, María Luisa frisando los veinticuatro años era la profesora más joven del Carbó y un ejemplo vivo para otras niñas elegantes de su generación y su ambiente, quienes sólo atendían (la mayor parte de ellas) a su frivolidad pasajera. O a la búsqueda de un matrimonio.

Pero ella era distinta. Veíasela como la representante de un tiempo nuevo, en aquellos años pioneros a comienzos de la primera mitad del siglo XX. Encarnaba la profesionalidad vocacional de la mujer (no la necesidad de trabajo puesto que era rica) cuando la disciplina en el estudio por ello mismo, por esta nueva competencia con el hombre que por siglos en Córdoba fuera dueño absoluto del régimen “profesional”, era reciente y sumamente exigida.

Llevaba además María Luisa por su padre un apellido ilustre y respetado en la ciudad, por corresponder al gobernador más destacado de comienzo del siglo XIX. Un político brillante. Constitucionalista. Hombre de genio que dejara hondas huellas en el devenir de su provincia y cuyo monumento ha sido recientemente inaugurado por el gobernador Schiaretti, con toda la ceremonia apropiada.

Un abogado que creó escuelas oficiales y públicas, 40 años antes del presidente Sarmiento. Separó la Universidad de Córdoba de la conducción religiosa (en manos franciscanas desde la expulsión de la Compañía de Jesús) declarándola universidad provincial y laica. Fundó además el primer registro civil argentino y redactó la primera constitución provincial (la primera de toda Argentina). Un gobernador al que los cordobeses actuales continúan valorando.

Con todo ello es dable imaginar que un gran respaldo social protegía a la hermosa María Luisa, quien era solicitada en matrimonio por los mejores galanes de su tiempo. Pero ella, moderna como era, libre de pensamiento, se enamoró de un médico español, profesor también del Carbó( fundador de un conocido Sanatorio particular que aún lleva su nombre) respetado en la cátedra como profesor, admirado como profesional ...

¡Y además: … casado!

3 - EL GALÁN


La emoción y la aventura en ese amor que afrontaba un riesgo, había señalado a aquel médico extranjero, profesor del mentado Colegio Carbó, como el personaje masculino de esta historia.

Córdoba continuaba con su tradición de tres siglos al llamar gente destacada de Europa, para su tarea educativa.. Una tradición que venía del período jesuítico. En esta escuela femenina del Colegio Carbó que aspiraba a la inserción de sus discípulas en las fuerzas vivas ciudadanas, el Dr español brillaba con su acentuado verbo castizo, que era poco conocido en Sudamérica por ese entonces, y especialmente en la aislada Córdoba.

Aportaba con su presencia y su prestancia ese bagaje de nostalgias que al cordobés de larga tradición colonial (como era todo aquél perteneciente a la vieja sociedad) hacía memorizar el ensueño de sus antepasados, aquellos Indianos que fueran “encomenderos del rey”.. Pues el pasado español se detuvo con la “Expulsión Jesuítica” de 1767. Y la vieja sociedad cordobesa habíase encerrado en esa nostalgia..

Su cultura y su preparación europea recordaban a los antiguos lustres latinistas de la Universitas Cordubensis Tucumanae creada aquí por las huestes de Loyola : los maestros Jesuitas. Nunca olvidados. Su rico diálogo, evocaba la lejana Oratoria de los antiguos cabildantes. Todas estas imágenes hispánicas de un viejo imperio donde no se ponía el sol –y cuyos recuerdos eran evocados con persistencia por las familias de la “Vieja Córdoba”– cautivaron sin duda a María Luisa quien había nacido en el seno de una familia histórica.

Ante este brillo se fascinó la joven y bella profesora, criada entre las crónicas de una familia como la suya, entroncada en el pasado imperial español. Familia cuya Merced (o sea donación del Rey) por el lado paterno, habíase antaño extendido de “sierra a sierra”. Pues el médico español brillaba realmente en los cenáculos cordobeses, como si encarnara en él –sin él saberlo– todos los mitos aún vivos por entonces (primeras décadas del siglo XX) de una Córdoba Colonial ...

Mientras que él de su lado, admiraba la belleza y fineza de María Luisa, centro ella de una atención social.

Estaban los dos colocados en un punto central de la escena cordobesa. Sus familias son aún representativas. Sus bienes (mansión, estancia, sanatorio) también se conservan en este siglo XXI. Poco ha cambiado, pues cambian siempre poco las aristocracias y su centro de poder. Como sostuvo el novelista revolucionario Manuel Azuela, luego que se desilusionó de su “revolución mejicana”.

Pero ellos —los Amantes del Carbó— hace mucho que se fueron juntos a vivir su amor verdadero, en otra dimensión distinta sin trabas sociales ... ¡Y por decisión personal de ambos!

4 - EL CARBÓ

Cuando las estudiantas del ciclo secundario en el Carbó subíamos corriendo las largas escalinatas de mármol blanco —casi por costumbre— saludábamos a la antigua maestra y directora, la nunca olvidada educadora : Doña Trinidad Moreno. La cual nos esperaba erguida en el descanso central de la escalera desde su busto de bronce. Algo sin embargo nos inquietaba con curiosidad : la doble fecha en el ejercicio de la dirección del respetado Colegio Carbó.

Para alguien que había fijado tan preciados recuerdos ... “que partiera y volviera, en la dirección de un instituto escolar” ... era un comportamiento muy extraño.

Solamente detrás de sus altas rejas y sus grandes portones de hierro –que circundan el manzano donde éste colegio se halla edificado– al crecer y dejar finalmente nosotras el Carbó, recién entonces, con el tiempo, nuestras familias nos abrieron al fin sus confidencias. Cuando ya por la edad no tuvieron el temor de que nuestra educación y rebeldía adolescente, se precipitase. Siendo ya más adultas finalmente, nos confiaron el secreto escondido en aquel rígido instituto de enseñanza. Y nos develaron ¡por fin! el motivo de aquella secreta incógnita.

En esa edad donde dejamos atrás lo más tierno de nuestras vidas, se abrió para nosotras el telón de un mundo adonde habíamos vivido, sin advertirlo. Cuando crecimos lo suficiente como para que nos relataran la trágica y confusa historia de : “Los Amantes del Carbó”

5 - LA MAESTRA

Doña Trinidad, supo decirse, hizo tanto de madre, de hermana, como de maestra. A nadie le cabía duda su especial trato, el entusiasmo con que esta mujer culta y graduada quería ver a sus alumnas –y a la mujer en sí– en la senda profesional donde hoy día se ha colocado.

Tuvo un pensamiento precursor, alentado por la imagen del presidente Sarmiento (fundador del colegio) y su primera directora, la bostoniana Miss Andersson. Era una digna sucesora de ellos dos. Y además creativa.

Lo hizo con carisma, con compenetración, con la aptitud psicológica que necesitan las buenas pedagogas. Eran tiempos donde el empirismo solventaba esfuerzos, con menos ciencia que hoy, y producía grandes efectos por gracia del talento. Con Trinidad Moreno se avanzó en Córdoba, quizás muchos años en poco tiempo. Su tiempo. El suyo. Que no iba a ser eterno en el plano de las posibilidades humanas, pero sí duradero.

Fue mucho el recuerdo que dejó grabado en las mentes cordobesas y llegó hasta nosotras, décadas después, quienes no la habíamos conocido en forma real. Pero la saludábamos día a día en la larga escalera de mármol que conduce al piso alto. En ese descanso donde la escalera central se abre en dos ramales a izquierda y derecha. El mismo lugar en el que ella se colocaba de pie para recibir a sus discípulas, como directora del Carbó… Su lugar.

6 - LA ABUELA

La gran dama de Córdoba, habitante de una célebre mansión, era la abuela materna de María Luisa, perteneciente a una familia poderosa en la ciudad y a la cual nadie osaba negarle reclamo alguno.

El diálogo privado entre Doña Trinidad y esa importante Abuela, iba a tener una derivación inesperada. Aquel encuentro que la maestra y la abuela tuvieron en el interior de una suntuosa sala, traería malísimos resultados.

La maestra había educado a su alumna con especial interés en su progreso. Le afligía la situación creada y ya conocida por todos en el Colegio Carbó, siendo objeto de miradas y susurros, lo cual iba a redundar si ello continuaba, en su frustración personal. Y en un devenir incierto para su discípula más querida. Sobre todo, en aquellos tiempos donde regía una sociedad con estamentos muy formales. Era ella, Doña Trinidad, quien había presentado a María Luisa como la más joven profesora del Carbó, pues tenía fe en su talento..

La abuela a su vez, la había educado para una vida de sociedad brillante y lujosa, pero de familia. Llenaba su bello salón con juventudes agraciadas donde ella pudiese lucir su encanto y esperaba de su hermosa nieta, un brillante casamiento. Le fue entonces imposible admitir lo que escuchaba por boca de la maestra. Esperaba lograr para María Luisa un buen matrimonio …y tomó las advertencias de Trinidad, como un infundio.

Muchas veces ignorar los hechos —en las personas que no se hallan preparadas para un enfrentamiento con la realidad— es la solución inmediata. Para algunas damas de antaño, el encierro en su cofre de cristal, por frágil que éste fuera, permitíales sobrevivir a las circunstancias reales que ellas eran incompetentes de asumir.

Las viejas familias de Córdoba en esos primeras décadas del siglo XX, arrinconadas en sus derechos, presionadas por un mundo nuevo y competitivo que las avasallaba (los inmigrantes recién llegados, ambiciosos y luchadores) asumían por momentos una conducta “purista”. En extremo moralista. Situación ésta que generaciones atrás, en medio de las guerras civiles argentinas del siglo XIX (que duraron más de medio siglo) donde todo era válido para sobrevivir ... no les hubiera preocupado.

Pero ahora con el nuevo siglo y la presencia de nuevos europeos arribando al país, se sentían observadas y juzgadas por jueces de su tiempo ¡Y debían ser mejor que ellos! Justificar sus derechos. Sus privilegios de tres siglos. Sostener un mundo terrateniente, aristocrático y vernáculo, casi feudal, el cual había caducado con los últimos estertores del siglo diecinueve.

Los derechos románticos y heroicos no eran en el pensamiento de la abuela de María Luisa, una alternativa válida para su familia. Y ante la realidad de aquel amor —de su nieta con un hombre casado— expuesto en su casa y en su sala, en su elegante mansión, casi en susurro, entre ambas mujeres a quienes preocupaba la bella heroína del mentado romance … ¡Ocurrió lo inesperado! :

¡...La persecución a Doña Trinidad...!


7 - LA EXPULSIÓN

No es la primera vez que una familia poderosa destruye a un profesional. Es un tema conocido. Muchas otras personas importantes en la historia universal han sido objeto de este sistema abusivo. Gentes de valor han sido perseguidas por familias de “pro” ... Como Dante que debió huir de Florencia. O Víctor Hugo que debió dejar Francia. O Sócrates que fue denunciado por los ricos burgueses atenienses. O el mismo Ignacio de Loyola, quien no pudo regresar a España.

Pareciera que los poderes sociales pasan siempre por arriba de los valores personales. Actúan sin evaluar las consecuencias que puedan desencadenar, aún cuando éstas lleguen a ser inconvenientes para ellos mismos. Y sobre la humilde tarea pionera de una maestra y directora del Colegio Carbó, cayó con furia de hierro el poder social. El cual dominó a autoridades y ministros.

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El Carbó no es una escuela privada, depende del Estado. En aquellos tiempos era nacional, y aunque hoy es provincial sigue siendo oficial, laico y gratuito. Tiene un presupuesto del gobierno para su funcionamiento, tal como lo diagramó Sarmiento. Su época de oro duró hasta la década de 1980, cuando dejó de ser un instituto de Magisterio (como se la concibió en su inicio) para convertirse en bachillerato mixto como es el pensamiento moderno, sin perder empero su prestigio.

Pero en aquellos años no era, claramente, una escuela privada de señoritas donde los padres tuvieran un poder adquirido. No puede haber privilegios pues no está rentado por ellos, como los colegios particulares. Su enseñanza fue, es y será gratuita. Pero siempre de una alta exigencia en el rendimiento, competitividad, promedios, en los exámenes de ingreso y en la selección de sus profesores.

Sin embargo en los hechos aquí relatados, resultó todo lo contrario. Actuó como un colegio privado, al capricho y arbitrio de una dama orgullosa de una familia rica y vinculada al poder … Fue así como Doña Trinidad Moreno fue cesanteada y excluida. Perseguida. Expulsada de Córdoba, con firmas oficiales, sin ninguna justificación docente que avalara en el desempeño de su profesión, esta medida.

El poder social. El poder político. El poder de las fuerzas vivas. La familia poderosa. La dueña de una mansión. La dueña de una empresa. Fue más poderosa que el proyecto sarmientino que creara un Magisterio para después alfabetizar al país.

Ese diálogo privado entre una maestra y una abuela —del que no hubo testigo alguno pero cuyo contenido era claro— trajo además (por la violenta reacción de esa abuela) otras consecuencias más graves

¡...Irreparables y Trágicas...!


8 - LA DESPEDIDA

Doña Trinidad Moreno armó sus petates, que eran muy pocos por cierto. Reunió sus únicos valores económicos : sus libros. Y retornó a la provincia de Entre Ríos, su lugar de origen. Su obra docente de años había concluido. La gran escuela, entristecida, sobrevivía ahora sin piloto y sin ruta, pues los tiempos eran aún muy iniciales en materia de educación superior femenina.

Un manto de silencio casi oficial, cubría, amparaba y protegía ahora, aquellos amores prohibidos. Un apellido importante, una familia elegante, salvaba de este modo su prestigio de “purismo”. Todo ello, al precio de una escuela y un alumnado completo que quedaban a la deriva, como un barco sin timón ni timonel.

El silencio de los patios, la soledad de la biblioteca y los archivos, el vacío de la sala de música, de la sala de ciencias, del museo de armas, de la pinacoteca, la mudez del Teatrino, de la sala de profesores ... abriría un abismo intolerable en el peso moral —no ya sexual— de aquellos Amantes del Carbó.

Una fuerza poderosa invadió el ánimo de la bella María Luisa y su amante, el médico español, cada vez que se presentaban a dar clase mirando de frente a alumnas y profesores. La mirada de todos ellos era un reproche mudo, tácito y concreto.

Una fuerza mayor que el erotismo, la sensualidad y la aventura embriagante, capturó sus corazones. Era un deber moral no basado en ellos mismos y su prestigio, sino en el derecho de un Colegio por sobrevivir para continuar la obra del presidente Sarmiento. Y esa responsabilidad les hizo tomar una decisión definitiva y sumamente clara ...

¡Y entonces se despidieron de todos nosotros, mirando hacia una ventana llena de luz frente a la Plaza del Caballo! Para continuar viviendo eternamente su idilio en otra dimensión donde no existan culpas ni presiones.

9 - DOS CORTEJOS

Dos capillas ardientes, dolientes y entristecidas, recibieron a los Amantes del Carbó : Una de lujo, que le hizo a su nieta la abuela de María Luisa en su mansión. Otra más sencilla, que hizo la familia del médico español, con su esposa y sus dos hijos.

Y el Carbó —que fuera el escenario romántico y trágico de este cuestionado amor— conmovido y enlutado, entró en duelo.

Los dos cortejos fúnebres fueron acompañados por una multitud citadina con emociones confundidas. Una ciudadanía completa salió tras ellos. Los universitarios, los amigos, los familiares, el alumnado, los románticos, y el pueblo cordobés reunido en las calles que con dolor veíanlos pasar. Con sus negros carruajes tirados por negros caballos, a usanza de la época.

10 - EL RETORNO

Y esa misma multitud estaba muy poco después de pie, en el andén del ferrocarril, con los ojos húmedos de emoción esperando el arribo de Doña Trinidad. La cual retornaba finalmente a Córdoba, con su pequeña valija cargada de libros, y la alegría de encontrar allí al cuerpo completo de sus alumnas y profesores, quienes habían ido esperanzados a recibirla.

Universitarios y políticos leyeron palabras de bienvenida acordes al caso, muy ceremonialmente. Y las alumnas, los profesores del secundario, las maestras del primario (más los citadinos reunidos en la estación del ferrocarril al conocer su retorno) aplaudieron y vivaron. Volvió así la sonrisa perdida del Colegio Carbó, de la ciudad de Córdoba … que aún tenía mucho para dar y vivir… Era una mañana de sol.

Ella subió en un mateo de plaza —pues no tenía coche propio— y el cortejo de bienvenida la acompañó a pie, siguiendo aquel caballo de alquiler hasta el Colegio Carbó, así muy sencillamente, para continuar su obra educadora.

Y el Colegio Carbó saliendo al fin de su doloroso duelo, reabrió nuevamente sus puertas (que habíanse cerrado por el duelo) en busca de la alegría perdida, para continuar formando en sus aulas por muchas décadas aún, a las futuras maestras de Córdoba.


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Alejandra Correas Vázquez

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