Miramos por la ventana
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Miramos por la ventana
Miramos por la ventana, como si el afuera nos estuviera prohibido.
Cualquier ruido nos hace investigar y buscar su origen, mas nos limitamos a mirar desde adentro.
Estas incomoda… lo noto por tus quejidos. Es mi culpa, lo sé.
Observas todo lo que hago. El azúcar morena llama tu atención…te acercas tanto a ella que quedan dos diminutos granos pegados a tu nariz. Vos no le das importancia. Yo los quito cuidadosamente y rio.
Vas y venís, no te gusta estar sola. Confieso que a mí tampoco. Desde que estas acá, me siento mejor. Sos tan suave. Tan compañera. Y tan curiosa.
Cada día descubrimos cosas nuevas, yo de vos…vos de mi. Me he dado cuenta que necesitas del contacto con la tierra y las plantas tanto como yo. Nos entendemos sin hablar, como si nuestras mentes se conectaran y los pensamientos fluyeran entre ambas.
Tenemos el mismo color de ojos, caramelos de miel, más no la misma expresión. La tuya es jovial, alegre, nueva…la mía ya abatida por las vivencias, con un dejo triste a pesar de vivir el momento más feliz. Yo creo que un día la tristeza se tatuó en mis ojos, dispuesta a permanecer allí por siempre, a modo de recordatorio. Es una cicatriz. O como me gusta llamarla: una evidencia de que he sufrido, pero también he sobrevivido.
La vida es así. Llena de posibilidades buenas y malas…entre medio de ambos extremos un sinfín de colores.
Pero vos y yo, miramos por la ventana, como si el afuera nos estuviera prohibido.
Cualquier ruido nos hace investigar y buscar su origen, mas nos limitamos a mirar desde adentro.
Estas incomoda… lo noto por tus quejidos. Es mi culpa, lo sé.
Observas todo lo que hago. El azúcar morena llama tu atención…te acercas tanto a ella que quedan dos diminutos granos pegados a tu nariz. Vos no le das importancia. Yo los quito cuidadosamente y rio.
Vas y venís, no te gusta estar sola. Confieso que a mí tampoco. Desde que estas acá, me siento mejor. Sos tan suave. Tan compañera. Y tan curiosa.
Cada día descubrimos cosas nuevas, yo de vos…vos de mi. Me he dado cuenta que necesitas del contacto con la tierra y las plantas tanto como yo. Nos entendemos sin hablar, como si nuestras mentes se conectaran y los pensamientos fluyeran entre ambas.
Tenemos el mismo color de ojos, caramelos de miel, más no la misma expresión. La tuya es jovial, alegre, nueva…la mía ya abatida por las vivencias, con un dejo triste a pesar de vivir el momento más feliz. Yo creo que un día la tristeza se tatuó en mis ojos, dispuesta a permanecer allí por siempre, a modo de recordatorio. Es una cicatriz. O como me gusta llamarla: una evidencia de que he sufrido, pero también he sobrevivido.
La vida es así. Llena de posibilidades buenas y malas…entre medio de ambos extremos un sinfín de colores.
Pero vos y yo, miramos por la ventana, como si el afuera nos estuviera prohibido.
Mar!- Cantidad de envíos : 3
Fecha de inscripción : 13/02/2014
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