UN CABALLO SIN EDAD

UN CABALLO SIN EDAD
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por Alejandra Correas Vázquez

En mi ropero guardo, como un objeto precioso. el principal de nuestros pleitos infantiles, y el más duradero de todos.

Nos cubrió por completo la infancia y llegó a traspasar ese tiempo, cuando ya éramos jovencitos a quienes no correspondía continuar con aquel juego de disputa entre dos primos, que habíanse criiado como hermanos. Gustavo y yo.

Nuestra tía nos trajo de regalo un “caballo de madera”, de unos treinta centímetros, que había adquirido en Chile. Era lustroso, brillante, con una montura de cuero en miniatura, estribos... completo. El cual tuvo durante nuestra infancia, para nosotros, un atractivo cautivante. Ninguno de ambos supo nunca a quien se lo regaló nuestra tía en especial, quizás a ninguno de los dos.

Por nuestras vidas desfilaron cientos de caballos reales en todos sus pelajes y crecimos rodeados de ellos. Eramos nietos de estancieros. Pero ninguno tuvo la magia ni la durabilidad, estable, del caballito de madera.

Hoy día que lo contemplo, en cada oportunidad que lo saco de mi cajón tomándolo entre mis manos ...me pregunto, intrigada... ¿Cuál ha sido durante años y en una disputa sin tregua, la fantasía anidada en él? No es una obra de arte. No es incluso una talla expresiva. Puede decirse que trátase de una figura humilde la cual no ofrece posibilidades ornamentales como objeto de decoración. Es una figura de madera, lisa, simple, muy sintética.

Pero para nosotros no fue así. Lo vimos con ojos deslumbrantes de niños. Fue nuestro caballo. El más amado. El más real de todos. Pasaba de tu ropero al mío con singular obsesión. Lo escondimos mil veces como objeto de triunfo. Nos lo arrebatamos en empresas dignas de éxito.

Viajó kilómetros. Te lo llevaste en tu internado escolar... Y a escondidas tuyas me lo trajeron de vuelta. Volviste a llevarlo y viajó también al extranjero contigo.

Pero Yo siempre lo obtuve de regreso... Y aún lo guardo

Algo parecido me pasaba a mí en la infancia con una cajita musical. Creo que a veces las personas mantenemos un cariño a un objeto no por el objeto en sí, sino por lo que nos representa.