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AKHENATÓN -- CÍRCULO Y SIMBOLISMO

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Mensaje  Alejandra Correas Vázquez Vie Ago 24, 2012 4:38 am

1 --- AKHENATÓN, EL PERSONAJE
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Durante trescientos cincuenta años el Imperio de los Incas fue para los estudiosos el monopolio exclusivo del Sol. Esta extraña sociedad cultural de un pueblo sudamericano y precolombino, de quien Prescott diría: “¿De dónde vino esta raza notable y cuál fue su historia primitiva?”... nos situó en una incógnita cubierta de sorpresas irrevelable durante estas centurias.

Nada había semejante al Inti del incaísmo, este “Padre Solar” representado en un gran círculo de oro, una despojada forma geométrica, quien con sus hijos dilectos había organizado la más extraña, socialista, igualitaria, y moderna de las sociedades de todos los tiempos. Pero un día de 1887 el exótico Círculo del Sol volvió a emerger de la nebulosa de la Historia, en una tierra distinta, de un continente distante, donde los rayos del destrozado Inti sudamericano volvieron a recobrar actualidad, cuando el sinnúmero de arqueólogos levantaron las arenas egipcias que cubrían desde hacía 3.300 años la ciudad santa “Horizonte del Círculo Solar” ...Akhet-Atón.

Introducidos ya dentro de aquel mágico escenario, sobre la soledad ardiente que envuelve su misterioso pasado, Akhet-Atón es el testigo inconmovible de los milenios. Su nombre casi legendario ha pasado a la literatura y conserva una memoria imperecedera. Su personaje central —clave del drama— y motivo real de largos trabajos que se vienen desarrollando desde su aparición, es el encantador y subyugante Akhenatón.

Nadie hubo entre los antiguos Faraones de Egipto que arrastrara multitudes humanas como él lo hiciera, recorriendo los países de su entorno, tanto en su tiempo vital como en la posteridad, nuestro tiempo moderno que buscaría interpretarlo. Esa multitud que iba en pos de sus ideas, seguía al hombre y no al monarca sagrado. Pues Akhenatón fue ante todo un político, un dirigente de masas, aunque se presentara con una patente de Mesías.

2 — EL CÍRCULO
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El irrumpe de improviso en la milenaria escena egipcia, conservadora y estática, perteneciendo a la dinastía XVIII (lo que nos da la pauta de su antigüedad al momento de su nacimiento) para cambiarlo todo. Akhenatón elige una despojada figura geométrica redonda llamada Atón, colocando al Círculo del Sol a la vista del pueblo. Pues el pueblo en sí mismo, tal como lo concebimos ahora, era su principal interés. Y en especial el pueblo nativo del Egipto que estaba minimizado en aquel momento, debido a que la corte egipcia habíase convertido en una sociedad internacional, donde la lengua que se hablaba ni siquiera era la egipcia, sino la babilónica “akkadia”.

Akhenatón ha abierto las puertas del Templo y quiere compartir sus secretos con los hombres. Tiene además 20 años y la energía para hacerlo. Sus principios básicos se detallan de la siguiente manera:

Era una religión revelada. Era un monoteísmo universalista. Era una cosmogonía racionalista y desmitificada. Era un pensamiento abierto hacia la integración con la naturaleza. Era el Sol que regía la vida humana. Era un socialismo que compartía bienes, proponía al hombre libre con derechos iguales, no separaba sexos ni razas y establecía reuniones pluralistas a la luz diurna solar en espacios abiertos.

Akhenatón era un auténtico monoteísta en toda la intensidad del concepto. Y pan-humanista por completo. Tal como declaró en la estela del año 4, su dios único está consagrado a “todas las razas del mundo”.

El Atonismo tenía dos facetas. Una material y otra espiritual. Materialmente era la fuente creadora de vida. Espiritualmente era la luz de la conciencia. La primera se halla en el mundo creativo de la naturaleza descripto en el “Himno a Atón”, gran poema, obra del propio Akhenatón y firmado por él. El orden creativo allí enumerado del mundo vegetal y animal, montañas y agua. Como su poema al Sol lo detalla. El segundo se evidencia en este trozo de inscripción atoniana:

“El que se regocija en la montaña de luz, en el nombre de Shu, que es Atón”

Shu es el aire, la forma inmaterial de Atón, lo que le privaba de todo cuerpo para transformarse en una pura espiritualidad brillante. Además los Atonianos consideraban a Ra como una de las formas de Atón. Su palabra y su pensamiento. La palabra del Sol, dado que en egipcio su jeroglífico era una boca, diseñada como un romboide acostado, otra forma geométrica. El fundamento atoniano equivale al concepto puro del Logos Solar, pues “logos” en lengua griega significa: palabra.

Otra de las formas que fueron aceptadas por los Atonianos era Horus. El “Ojo”. Es decir la Mirada del Sol. Estos elementos eran conceptuales en la esencia de la creatividad solar. Todos los antiguos mitos fueron abolidos. Se conservaron sí, ideas.

Los antiguos himnos heliopolitanos (Libro de los Muertos) llamaban al Sol en la figura de Ra, diciéndole:

“Uno, Poderoso, Pluriforme y Multicambiante”

Con lo cual ya estaba Heliópolis determinando la empresa Atoniana (de la cual fue su impulsora y él su discípulo) exponiendo ese principio tutelar del Uno, desde el Antiguo Imperio. El mismo principio que más tarde en el Nuevo Imperio, el joven Akhenatón haría conocer al mundo, al abrir hacia afuera el gran sello heliopolitano.

Es válido recordar también a Plotino, un egipcio de época romana procedente de Alejandría, cuyo Uno iba acompañado de contemplación y éxtasis. Ambas sugerencias se pueden advertir en el hermoso poema de Akhenatón. Su tío materno era Aanen, sumo sacerdote de Heliópolis (en On del sur), y le sucedió en el cargo después el hermano menor de Akhenatón.

En el Atonianismo no entraron dioses porque no entraron mitos. No entraron ídolos porque Atón era un pensamiento. Una idea pura de creatividad. Un Círculo como concepción geométrica. Era la Geometría en su capacidad creadora señalada como el origen de toda existencia. Esto nos recuerda que Platón un milenio después pondrá en el frontispicio de su Academia la siguiente frase: “No entre aquí quien no sepa Geometría”.

También se destaca la Maat. Diosa conceptual de la Verdad. Sin panteón, ya que es una idea pura.

La búsqueda de la Verdad era prioritaria para Akhenatón y la usó como principio de su tesis. Hizo de ella un estandarte, casi una contienda contra el mal. “La mentira es el peor de los delitos del hombre” sostuvo con énfasis. Y convertido ya en un violento “anticlerical” (como se lo ha señalado) acusó a los sacerdotes como propagadores de mentiras. En cuyas palabras sólo había oído “frases perversas y falsas”.

El fundamento de la Vida misma se representaba con el jeroglífico Ankh. La cruz ansata. Una cruz parecida a la cristiana pero cuyo palo superior lleva un aro. El la lleva en sus manos tomada de esa cabeza en forma de aro. Es el símbolo de la vida y en los bajorrelieves y pinturas vemos que los rayos de Atón terminan en manos que sostienen un Ankh. En el desarrollo atoniano se recrearon figuras válidas de orden conceptual, de modo que su movimiento fue llamado la “doctrina del Ankh... O sea la doctrina de la vida.

El Ankh como símbolo egipcio de vida tuvo perdurabilidad por Oriente. No es extraño que Francisco de Asís luego de su viaje a tierra santa como cruzado, y desengañado hasta el horror con este cruento proceso, regresara de allí totalmente cambiado predicando paz y amor a todos seres vivientes, fueran humanos o animales. ¡Y portando un Ankh! El cual ha sido llamado “la cruz de San Francisco”. Es evidente que las sociedades místicas orientales que él visitó en el siglo XIII conservaban aún el pensamiento heliopolitano.

He aquí el esquema solar atoniano: La Revelación. La Vida. La Palabra. La Mirada. La Verdad.

El Círculo como fuerza centralizadora de este conjunto, contiene la energía vital del Todo. Su figura geométrica encierra a la naturaleza en su composición completa. Encierra una conjunción Madre-Padre de estructura totalmente mental. No hay en él una simbología materializante porque Atón como tal, como idea geométrica, no tiene materia. Es una idea. Un pensamiento. El Uno.

Su cuerpo es Shu —el aire— y se halla provisto de Horus y Ra, o sea la Mirada y la Palabra. Es decir, no tiene cuerpo, pero mira y habla.

3 — EL SIMBOLISMO
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Sabemos que el símbolo central del movimiento atoniano era el Círculo ...Atón... Pero en las figuras del escultor Bok encontramos otra figura geométrica más: la Elipse, el Huevo, el Ovoide.

No pudiendo Bok dar forma antropomórfica a Atón (todo indica que estaba prohibido como en el Islam y el Hebraísmo) usa la imagen de Akhenatón para exponer el pensamiento atoniano. Estas figuras “Bokianas” contienen puntos aclaratorios de la doctrina atoniana y representan casi el evangelio del movimiento. A ellas recurren con frecuencia los amantes de la simbología, pues la figura de Akhenatón está circunscripta dentro de un ovoide. El huevo está dividido por el centro en dos partes, mitad macho arriba y mitad hembra abajo. Es la elipse de la tierra alrededor del sol. Ahora, trazando una línea horizontal a la altura donde se separan ambas figuras (la cintura muy ancha) y cortándola a lo largo por otra línea vertical desde los extremos de esa elipse, hallamos escondida una cruz.

No es la cruz del calvario. Pero es una cruz secreta que también se halla en las imágenes medioevales, escondida dentro de sus figuras muy alargadas representando temas religiosos, en pinturas y vitrales. Allí también observamos el ovoide, la centralización en el medio más ancha, y los dos polos en las puntas de arriba cabeza y abajo pies.

El principio Hermafrodita del atonianismo se evidencia en la gran escultura del artista Bok, quien nos ofrece esta interpretación. Usando simbólicamente la imagen del monarca-ideólogo, dentro de un ovoide, coloca a un hombre en la mitad superior y a una mujer en la mitad inferior. Es el Hermafrodita místico de los alquimistas, el Gran Hermafrodita de los masones, el Gran Tucman sudamericano, solitario y aislado que tuvo sin copulación a los cuatro reyes-dioses Tucman.

Toda la obra de Bok es simbólica, pues este escultor es uno de los dirigentes del proceso. Esta energía de la naturaleza expuesta en su arte, como fuente de vida contiene la fuerza creadora en sí misma, como hermafrodita de un orden mental.

Contrasta Atón por completo con el antiguo “Atum Heliopolitano” que se masturbaba para originar la Creación. Además de que Atum era una montaña sagrada, por lo tanto un dios ctónico.

La riqueza intelectual del pensamiento atoniano traspasa los lugares comunes donde habíanse sumergido multitudes de mitos egipcios. De su elaboración se desprende un movimiento de ideas puras. Absorbe a la naturaleza sin limitaciones y sin personificaciones. Como forma de pensamiento representa el poder creativo de la mente, una mente-cósmica, que dirige con su voluntad a la materia. Era según sus seguidores, el poder manifestante del Padre-Madre-Naturaleza, quien confería el Ankh por virtud de la Maat. Es decir la vida por medio de la verdad.

Este Uno Hermafrodita (bien diseñado por el escultor Bok) es presentado por Akhenatón en su Himno al Sol, no como una mera forma incandescente que emite luz a la tierra, sino como un cuerpo inteligente que piensa, actúa y vive. Atón es la inteligencia que organiza la existencia del mundo. Mil años después Platón sostendría que el universo es un animal inteligente.

Bok escondió en sus figuras simbologías y pensamientos, donde la tesis de Atón expone una amplitud de ideas. La cultura Atoniana tiene en su arte, en su literatura, en su arquitectura y diseño, en su urbanismo, en su humanismo, una gracia y una belleza que la hace brillar dentro del legado histórico, con una armonía propia.

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Alejandra Correas Vázquez

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