CALAMOCHITA Y COSQUÍN - por Orencio Julio Correas
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CALAMOCHITA Y COSQUÍN - por Orencio Julio Correas
CALAMOCHITA Y COSQUÍN
(Toponimias Cordobesas Argentinas)
(4)
Por el Mayor Orencio Julio Correas
CALAMOCHITA
..................
-Contesta observaciones hechas a Calamochita y Cosquín.
He leído con mucho interés el artículo “Observaciones sobre toponímicos Indígenas” que publicó mi distinguido camarada de armas señor ingeniero Teniente Coronel (retirado) don Aníbal Montes en el diario LOS PRINCIPIOS del 5 del corriente, en la cual formula observaciones a dos palabras que dice que yo sostengo tienen diminutivos castellanos, siendo que a juicio de él, son francamente indígenas.
Estas son CALAMOCHITA o CALAMUCHITA Y COSQUÍN, yo en cambio sostengo que CALAMOCHITA o CALAMUCHITA es íntegramente castellana, y COSQUÍN, efectivamente, es quetchua, con diminutivo castellano.
Para ello el ingeniero Montes me traslada a la historia pre-hispánica a los efectos de sus aclaraciones, diciendo: “Cuando la expedición de Rojas, después de muerto este famoso Capitán, pasó por estas tierras al mando de sus sucesores el Capitán Francisco de Mendoza, año 1545, descubrió la “provincia de TALAMOCHITA”, al llegar al río Carcarañá (Río 3º)”.
Por lo transcripto, y por conocer su opinión personal con anterioridad a esta publicación, el señor ingeniero Montes sostiene que antes de la expedición citada, ninguna otra estuvo por estas regiones cordobesas (de Argentina) para que pudiera haber denominado ciertos lugares con nombres castellanos, con lo que estoy en completo desacuerdo, aunque reconozco no estar a la altura de los conocimientos históricos del ingeniero Montes, pues nunca profundicé en ellos.
Es por esta causa que para contestarle, me veo obligado a acudir al reconocido historiador y profesor doctor Joaquín de Vedia que, en el tomo XXIV de la Historia del Mundo en la Edad Moderna –América- República Argentina- en el cap. III, dice:
“La conquista española, descuidando durante todo este tiempo la natural entrada de nuestro territorio, habíase extendido, empero en el interior mismo, y aunque a la fecha de la muerte de Irala sólo una de las actuales ciudades estaba fundada, la tierra argentina había sido cruzada en sus grandes planicies centrales, en sus serranías y bosques del Norte, en sus comarcas cordilleranas del Oeste, por expediciones militares procedentes de Perú y Chile.”
“Don Diego de Almagro, compañero de Pizarro en la conquista de los Incas, fue, según algunas versiones, el primero en llegar al Tucumán (provincia colonial que ocupaba 7 provincias argentinas de hoy), habiendo realizado su travesía de Bolivia (Alto Perú, nombre en aquel tiempo) y de las actuales provincias septentrionales poco tiempo antes de la primera fundación de Buenos Aires, o sea 1535.”
Ahora bien, si estos datos son ciertos, como lo creo, dada la alta autoridad del historiador autor de la transcripción precedente, pregunto: ¿pudieron o no algunas de estas expediciones, (con diez años de anticipación, o más, de la expedición de Rojas, de que parte el Ingeniero Montes), haber dado denominaciones castellanas a muchos lugares por donde pasaron?
El hecho de no haber profundizado en los estudios históricos no quita que haya leído y estudiado la misma, eso sí, no tomé datos especiales, (y es lo que lamento en este caso), pues en historias y publicaciones diversas, pude darme cuenta que para el Virreinato del Perú (al cual pertenecía el gran Tucumán), era una continua obsesión el tomar contacto directo, por tierra, con el Río de la Plata, y que fueron varias las expediciones que se mandaron con tal objeto, mucho antes de la expedición de Rojas, y que muchas de ellas fueron atacadas y aniquiladas por los nativos.
Como militares que somos, creo que el Teniente Coronel Montes ha de convenir conmigo, que las expediciones militares citadas no fueron otra cosa que reconocimientos previos que se efectuaron para la organización de las expediciones posteriores, que con fines determinados, e itinerarios ya estudiados, traían las expediciones de Rojas, primero, y Cabrera después. Este ultimo fundador de Córdoba (1573) en el Tucumán.
¿Puede asegurar el señor ingeniero Montes que en esas expediciones militares cuyos datos son desconocidos, no hubo entre sus jefes algún Calamochano que al observar debidamente las característica y configuración del terreno de lo que es hoy Calamuchita, por su río (hoy 3º, Río Tercero), tan similar con el Jiloca, como similares son sus montañas, sus valles, etc., con la Calamocha española, según los datos que cito en mi publicación anterior, no denominó así a ese pedazo de suelo en homenaje a ese terruño nativo y lo así asentó en sus itinerarios, que forzosamente debieron levantarse por la misión que traían? ¿Puede asegurarme a la vez si no se quedaron uno o más expedicionarios por cualquier causa, tanto de las expediciones militares, como de la de Rojas misma en esos lugares, y la denominaron CALAMOCHITA por las razones que he mencionado?
La palabra CALAMOCHITA en realidad ya escrita, recién aparece como el mismo ingeniero Montes lo dice en las escrituras de la primera época, las cuales figuran en el Archivo Histórico de Córdoba, y “mencionan este toponímico de dos maneras distintas: Talamochita –Calamochita”, (hago notar al lector lo sugestivo que es, que a dos siglos, o más, de la expedición de Rojas, los nativos aún no pronunciaban con toda claridad una palabra “de su propio idioma”, que a veces para los españoles era Tala o Calamochita), cuando según el ingeniero Montes dice: “se trata en realidad de un toponímico indígena anterior a la expedición de Rojas”.
Y ahora entremos a la parte gramatical, a la que no he de agregar mucho por haberlo ya dicho en el artículo correspondiente que publicó el diario LOS PRINCIPIOS, el 18 de diciembre próximo pasado (1948).
Y aquí debo agradecer al ingeniero Montes la oportunidad que me ha dado para hacer conocer la más convincente de las pruebas de que Calamochita no es como él asegura, toponímico indígena, sino un diminutivo de Calamocha, pequeño municipio de Teruel (España).
Teniendo los sanavirones y comechingones la palabra TALA, (árbol) y CALA, (piedra), cuyas pronunciaciones las efectúan sin dificultad alguna y con la claridad que se necesita para que estas palabras no se confundieran, ¿es posible que no pudieran pronunciar claramente la palabra CALAMOCHITA, siendo de su propio idioma, como lo asegura el ingeniero Montes?
Yo creo que es lo mismo que si nosotros, en castellano, confundiéramos TAPA MOCHILA con CAPA MOCHILA, o efectuáramos una pronunciación irregular que diera motivo a ello.
Es curioso, particular, o como quiera llamarse, que tan sólo con la palabra CALAMUCHITA sucediera este fenómeno lingüístico, cuando estos indígenas pronunciaban sin dificultad algunas palabras: Calagualumba, Calahuasi, Calmayo, Calchín, Calabalumba, etc., sin que se presente ejemplo alguno de que los españoles, y especialmente los notarios de la época, se vieran obligados a emplear la “T” por la “C”, o viceversa, como con esta discutida Calamochita.
¿Cuál era la razón? Tan sólo una: que estos nativos encontraron siempre dificultad porque Calamochita no pertenecía a su propio idioma y porque sus fonéticas no les ayudaban a comprenderla con claridad y “ora con TALAMOCHITA y ora con CALAMOCHITA”, que su significado no era igual.
El ingeniero Montes hace el análisis lingüístico citando al especialista profesor de la Vega Díaz, autor de la “Toponimia Riojana”, que usa la “amicha”, consonante doble, o compuesta, creada por Monseñor Cabrera “CT” para escribir “Ctala”, que como he dicho ya en mi anterior publicación, ningún autor gramático quetchua la tiene, y llega a la “conclusión de que CTALAMOCHITA” significa gentes o tribus de los mollares, y así la diferenciaban de los algarroberos”.
Mi opinión es que si los nativos deseaban designar esa región como “gentes o tribus de los mollares”, y de acuerdo a la descomposición que hace de la palabra Calamochita el ingeniero Montes con tal fin, les hubiera sido suficiente decir: Mollesitas, Mollehitas o Muchita, que lo decía todo, y les sobrara Cala, que les resultaba tan difícil pronunciar, es decir “Molles” e “ita”(gentes, tribus, etc.) que significa “gentes o tribus de los mollares”.
Mis respetables para mí estas opiniones, pero no me convencen. Con cualquier palabra de otro idioma se pueden efectuar combinaciones para llegar como se llega a estas conclusiones, pero no en el presente caso. Mientras exista la Calamocha de España, y no se aclare el porqué los nativos nunca pronunciaron bien la palabra Calamochita, obligando a la creación de una consonante doble, o compuesta, inexistente e innecesaria, ya que ellos tenían sus palabras Tala y Cala, que pronunciaban con toda claridad en palabras en que entraban estas mismas, y no se necesitó crear la mencionada consonante, ni tampoco había confusión alguna para los notarios de la época, que las escribieron sin inconvenientes, o dudas, y sin obligar tampoco a desdoblamientos ambiguos, o caprichosos para llegar a las conclusiones a que se llega, me quedo asegurando que Calamochita es diminutivo de Calamocha, palabra netamente castellana.
COSQUÍN
............
Con respecto al significado y origen lingüístico que he dado a la palabra Cosquín en mi artículo publicado en el diario LOS PRINCIPIOS del 31 de diciembre pasado, nada tengo que agregar ni variar, sosteniendo que es palabra quetchua con diminutivo castellano.
He estudiado la palabra Cosquín, aislada sin aditamento alguno, o variando su escritura. Yo no me he referido a “Camín Cosquín” ni a “Cussihin” que cita el ingeniero Montes con todos sus datos históricos.
Cosquín, sola, aislada o a secas, da el significado de “perro chico o perrito”, en idioma quetchua, con la “n” como diminutivo castellano, poruqe “Cosqui”, “Cusqui”, o “Cusco” significa “perro”.
Si ha sido mal traducida o escrita, yo no tengo la culpa de haberla tomado en tal forma.
Las aclaraciones históricas que hace el ingeniero Montes, sólo sirven en este caso para probar que Cosquín, no es Cosquín, cosa que no pretendo, ni tengo por qué aclarar ni discutir.
Por otra parte Camín Cosquín, como lo explica el ingeniero Montes, “Camín”, (valle), y Cosquín, resulta “valle del perrito o Perrito del Valle”, pero nunca el “Valle de la Buena Vista” que dice que figura así, en una importante encomienda de indios, traducción hecha por los españoles, que así lo explicaban.
Ahora si se equivocaron y en vez de “Cussi-hin” asentaron Cosquín, es otra cosa, sería “Camín-Cussi.hin” que como también explica el ingeniero Montes es alegre o lindo, y así llegaría a ser “Valle Lindo” o de “Buena Vista”, pero Cosquín desaparece, y queda como debe ser: Perro chico.
¿Qué significado de Cosquín (así aislado), puede darle el ingeniero Montes que no sea el mismo que he dado yo, si lo toma, como debe ser, por el idioma quetchua?
Con las aclaraciones que formulo creo que soy yo, y no el ingeniero Montes, quien viene a impedir el “error que pueda en el provenir influenciar la enseñanza”, como lo pretende a las observaciones que me ha hecho.
Mayor Orencio Julio Correas
Diario LOS PRINCIPIOS – Martes 25 de enero de 1949
(Toponimias Cordobesas Argentinas)
(4)
Por el Mayor Orencio Julio Correas
CALAMOCHITA
..................
-Contesta observaciones hechas a Calamochita y Cosquín.
He leído con mucho interés el artículo “Observaciones sobre toponímicos Indígenas” que publicó mi distinguido camarada de armas señor ingeniero Teniente Coronel (retirado) don Aníbal Montes en el diario LOS PRINCIPIOS del 5 del corriente, en la cual formula observaciones a dos palabras que dice que yo sostengo tienen diminutivos castellanos, siendo que a juicio de él, son francamente indígenas.
Estas son CALAMOCHITA o CALAMUCHITA Y COSQUÍN, yo en cambio sostengo que CALAMOCHITA o CALAMUCHITA es íntegramente castellana, y COSQUÍN, efectivamente, es quetchua, con diminutivo castellano.
Para ello el ingeniero Montes me traslada a la historia pre-hispánica a los efectos de sus aclaraciones, diciendo: “Cuando la expedición de Rojas, después de muerto este famoso Capitán, pasó por estas tierras al mando de sus sucesores el Capitán Francisco de Mendoza, año 1545, descubrió la “provincia de TALAMOCHITA”, al llegar al río Carcarañá (Río 3º)”.
Por lo transcripto, y por conocer su opinión personal con anterioridad a esta publicación, el señor ingeniero Montes sostiene que antes de la expedición citada, ninguna otra estuvo por estas regiones cordobesas (de Argentina) para que pudiera haber denominado ciertos lugares con nombres castellanos, con lo que estoy en completo desacuerdo, aunque reconozco no estar a la altura de los conocimientos históricos del ingeniero Montes, pues nunca profundicé en ellos.
Es por esta causa que para contestarle, me veo obligado a acudir al reconocido historiador y profesor doctor Joaquín de Vedia que, en el tomo XXIV de la Historia del Mundo en la Edad Moderna –América- República Argentina- en el cap. III, dice:
“La conquista española, descuidando durante todo este tiempo la natural entrada de nuestro territorio, habíase extendido, empero en el interior mismo, y aunque a la fecha de la muerte de Irala sólo una de las actuales ciudades estaba fundada, la tierra argentina había sido cruzada en sus grandes planicies centrales, en sus serranías y bosques del Norte, en sus comarcas cordilleranas del Oeste, por expediciones militares procedentes de Perú y Chile.”
“Don Diego de Almagro, compañero de Pizarro en la conquista de los Incas, fue, según algunas versiones, el primero en llegar al Tucumán (provincia colonial que ocupaba 7 provincias argentinas de hoy), habiendo realizado su travesía de Bolivia (Alto Perú, nombre en aquel tiempo) y de las actuales provincias septentrionales poco tiempo antes de la primera fundación de Buenos Aires, o sea 1535.”
Ahora bien, si estos datos son ciertos, como lo creo, dada la alta autoridad del historiador autor de la transcripción precedente, pregunto: ¿pudieron o no algunas de estas expediciones, (con diez años de anticipación, o más, de la expedición de Rojas, de que parte el Ingeniero Montes), haber dado denominaciones castellanas a muchos lugares por donde pasaron?
El hecho de no haber profundizado en los estudios históricos no quita que haya leído y estudiado la misma, eso sí, no tomé datos especiales, (y es lo que lamento en este caso), pues en historias y publicaciones diversas, pude darme cuenta que para el Virreinato del Perú (al cual pertenecía el gran Tucumán), era una continua obsesión el tomar contacto directo, por tierra, con el Río de la Plata, y que fueron varias las expediciones que se mandaron con tal objeto, mucho antes de la expedición de Rojas, y que muchas de ellas fueron atacadas y aniquiladas por los nativos.
Como militares que somos, creo que el Teniente Coronel Montes ha de convenir conmigo, que las expediciones militares citadas no fueron otra cosa que reconocimientos previos que se efectuaron para la organización de las expediciones posteriores, que con fines determinados, e itinerarios ya estudiados, traían las expediciones de Rojas, primero, y Cabrera después. Este ultimo fundador de Córdoba (1573) en el Tucumán.
¿Puede asegurar el señor ingeniero Montes que en esas expediciones militares cuyos datos son desconocidos, no hubo entre sus jefes algún Calamochano que al observar debidamente las característica y configuración del terreno de lo que es hoy Calamuchita, por su río (hoy 3º, Río Tercero), tan similar con el Jiloca, como similares son sus montañas, sus valles, etc., con la Calamocha española, según los datos que cito en mi publicación anterior, no denominó así a ese pedazo de suelo en homenaje a ese terruño nativo y lo así asentó en sus itinerarios, que forzosamente debieron levantarse por la misión que traían? ¿Puede asegurarme a la vez si no se quedaron uno o más expedicionarios por cualquier causa, tanto de las expediciones militares, como de la de Rojas misma en esos lugares, y la denominaron CALAMOCHITA por las razones que he mencionado?
La palabra CALAMOCHITA en realidad ya escrita, recién aparece como el mismo ingeniero Montes lo dice en las escrituras de la primera época, las cuales figuran en el Archivo Histórico de Córdoba, y “mencionan este toponímico de dos maneras distintas: Talamochita –Calamochita”, (hago notar al lector lo sugestivo que es, que a dos siglos, o más, de la expedición de Rojas, los nativos aún no pronunciaban con toda claridad una palabra “de su propio idioma”, que a veces para los españoles era Tala o Calamochita), cuando según el ingeniero Montes dice: “se trata en realidad de un toponímico indígena anterior a la expedición de Rojas”.
Y ahora entremos a la parte gramatical, a la que no he de agregar mucho por haberlo ya dicho en el artículo correspondiente que publicó el diario LOS PRINCIPIOS, el 18 de diciembre próximo pasado (1948).
Y aquí debo agradecer al ingeniero Montes la oportunidad que me ha dado para hacer conocer la más convincente de las pruebas de que Calamochita no es como él asegura, toponímico indígena, sino un diminutivo de Calamocha, pequeño municipio de Teruel (España).
Teniendo los sanavirones y comechingones la palabra TALA, (árbol) y CALA, (piedra), cuyas pronunciaciones las efectúan sin dificultad alguna y con la claridad que se necesita para que estas palabras no se confundieran, ¿es posible que no pudieran pronunciar claramente la palabra CALAMOCHITA, siendo de su propio idioma, como lo asegura el ingeniero Montes?
Yo creo que es lo mismo que si nosotros, en castellano, confundiéramos TAPA MOCHILA con CAPA MOCHILA, o efectuáramos una pronunciación irregular que diera motivo a ello.
Es curioso, particular, o como quiera llamarse, que tan sólo con la palabra CALAMUCHITA sucediera este fenómeno lingüístico, cuando estos indígenas pronunciaban sin dificultad algunas palabras: Calagualumba, Calahuasi, Calmayo, Calchín, Calabalumba, etc., sin que se presente ejemplo alguno de que los españoles, y especialmente los notarios de la época, se vieran obligados a emplear la “T” por la “C”, o viceversa, como con esta discutida Calamochita.
¿Cuál era la razón? Tan sólo una: que estos nativos encontraron siempre dificultad porque Calamochita no pertenecía a su propio idioma y porque sus fonéticas no les ayudaban a comprenderla con claridad y “ora con TALAMOCHITA y ora con CALAMOCHITA”, que su significado no era igual.
El ingeniero Montes hace el análisis lingüístico citando al especialista profesor de la Vega Díaz, autor de la “Toponimia Riojana”, que usa la “amicha”, consonante doble, o compuesta, creada por Monseñor Cabrera “CT” para escribir “Ctala”, que como he dicho ya en mi anterior publicación, ningún autor gramático quetchua la tiene, y llega a la “conclusión de que CTALAMOCHITA” significa gentes o tribus de los mollares, y así la diferenciaban de los algarroberos”.
Mi opinión es que si los nativos deseaban designar esa región como “gentes o tribus de los mollares”, y de acuerdo a la descomposición que hace de la palabra Calamochita el ingeniero Montes con tal fin, les hubiera sido suficiente decir: Mollesitas, Mollehitas o Muchita, que lo decía todo, y les sobrara Cala, que les resultaba tan difícil pronunciar, es decir “Molles” e “ita”(gentes, tribus, etc.) que significa “gentes o tribus de los mollares”.
Mis respetables para mí estas opiniones, pero no me convencen. Con cualquier palabra de otro idioma se pueden efectuar combinaciones para llegar como se llega a estas conclusiones, pero no en el presente caso. Mientras exista la Calamocha de España, y no se aclare el porqué los nativos nunca pronunciaron bien la palabra Calamochita, obligando a la creación de una consonante doble, o compuesta, inexistente e innecesaria, ya que ellos tenían sus palabras Tala y Cala, que pronunciaban con toda claridad en palabras en que entraban estas mismas, y no se necesitó crear la mencionada consonante, ni tampoco había confusión alguna para los notarios de la época, que las escribieron sin inconvenientes, o dudas, y sin obligar tampoco a desdoblamientos ambiguos, o caprichosos para llegar a las conclusiones a que se llega, me quedo asegurando que Calamochita es diminutivo de Calamocha, palabra netamente castellana.
COSQUÍN
............
Con respecto al significado y origen lingüístico que he dado a la palabra Cosquín en mi artículo publicado en el diario LOS PRINCIPIOS del 31 de diciembre pasado, nada tengo que agregar ni variar, sosteniendo que es palabra quetchua con diminutivo castellano.
He estudiado la palabra Cosquín, aislada sin aditamento alguno, o variando su escritura. Yo no me he referido a “Camín Cosquín” ni a “Cussihin” que cita el ingeniero Montes con todos sus datos históricos.
Cosquín, sola, aislada o a secas, da el significado de “perro chico o perrito”, en idioma quetchua, con la “n” como diminutivo castellano, poruqe “Cosqui”, “Cusqui”, o “Cusco” significa “perro”.
Si ha sido mal traducida o escrita, yo no tengo la culpa de haberla tomado en tal forma.
Las aclaraciones históricas que hace el ingeniero Montes, sólo sirven en este caso para probar que Cosquín, no es Cosquín, cosa que no pretendo, ni tengo por qué aclarar ni discutir.
Por otra parte Camín Cosquín, como lo explica el ingeniero Montes, “Camín”, (valle), y Cosquín, resulta “valle del perrito o Perrito del Valle”, pero nunca el “Valle de la Buena Vista” que dice que figura así, en una importante encomienda de indios, traducción hecha por los españoles, que así lo explicaban.
Ahora si se equivocaron y en vez de “Cussi-hin” asentaron Cosquín, es otra cosa, sería “Camín-Cussi.hin” que como también explica el ingeniero Montes es alegre o lindo, y así llegaría a ser “Valle Lindo” o de “Buena Vista”, pero Cosquín desaparece, y queda como debe ser: Perro chico.
¿Qué significado de Cosquín (así aislado), puede darle el ingeniero Montes que no sea el mismo que he dado yo, si lo toma, como debe ser, por el idioma quetchua?
Con las aclaraciones que formulo creo que soy yo, y no el ingeniero Montes, quien viene a impedir el “error que pueda en el provenir influenciar la enseñanza”, como lo pretende a las observaciones que me ha hecho.
Mayor Orencio Julio Correas
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