PIRAMIDES Y METODO CIENTÍFICO por Jose Alvarez Lopez
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PIRAMIDES Y METODO CIENTÍFICO por Jose Alvarez Lopez
PIRÁMIDES Y MÉTODO CIENTÍFICO
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por José Alvarez López
Básicamente los comienzos de un planteo científico carecen de sentido práctico, y no tienen ninguna finalidad que no sea el puro filosofar. Esta característica del método científico viene de lejos, y ya en los comienzos de su aplicación en la Historia que conocemos (en la Alejandría del siglo III a. C.) se suscitó la anécdota de Ptolomeo, quien tomaba lecciones de matemáticas de Euclides. Después de varias clases con “axiomas”, “postulados”, etc., cansado ya de tanto divagar, Ptolomeo le dijo a Euclides:
—“¿No hay un camino más corto para llegar al conocimiento de la Geometría?”
A lo cual le respondió el inmortal matemático:
—“Majestad... en Geometría no hay un camino especial para reyes”.
Así pues, el camino más largo entre dos puntos es el camino científico. Pero la paradoja surge de que después de tantas idas y venidas aparentemente fútiles, se logra una herramienta para pensar sumamente poderosa, tan poderosa que en este momento lleva a los hombres al espacio y hasta el planeta Tierra corre el peligro de desaparecer, tragado por este omnipotente “Moloch” creado a fuerza de vacilaciones y circunloquios.
Pero la aplicación del método científico no es una cosa fácil. Nunca, por más experiencia que tenga el científico, está seguro de que procede con corrección en las etapas de cualquier investigación. Unas veces se peca por exceso de ortodoxia, exceso de escepticismo, de duda; otras, al contrario, el error consiste en demasiada confianza, en el excesivo crédito prestado a una teoría.
El que esto escribe demoró veinte años en prestar atención a las famosas “Profecías de la Gran Pirámide”, pensando que se trataba de puras elucubraciones mitológicas sin ningún fundamento real. Cuando descubrí que la Velocidad de la Luz —en metros absolutos— era el número 286.1 y que este número en medidas de “pulgadas piramidales” se encontraba por todas partes en la Gran Pirámide, pude ver que las supuestas “elucubraciones” del ingeniero Davidson, publicadas hacia 1905 sobre dichas profecías, tenían una absoluta base científica, a despecho de que para nuestra ciencia “la profecía no existe”.
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por José Alvarez López
Básicamente los comienzos de un planteo científico carecen de sentido práctico, y no tienen ninguna finalidad que no sea el puro filosofar. Esta característica del método científico viene de lejos, y ya en los comienzos de su aplicación en la Historia que conocemos (en la Alejandría del siglo III a. C.) se suscitó la anécdota de Ptolomeo, quien tomaba lecciones de matemáticas de Euclides. Después de varias clases con “axiomas”, “postulados”, etc., cansado ya de tanto divagar, Ptolomeo le dijo a Euclides:
—“¿No hay un camino más corto para llegar al conocimiento de la Geometría?”
A lo cual le respondió el inmortal matemático:
—“Majestad... en Geometría no hay un camino especial para reyes”.
Así pues, el camino más largo entre dos puntos es el camino científico. Pero la paradoja surge de que después de tantas idas y venidas aparentemente fútiles, se logra una herramienta para pensar sumamente poderosa, tan poderosa que en este momento lleva a los hombres al espacio y hasta el planeta Tierra corre el peligro de desaparecer, tragado por este omnipotente “Moloch” creado a fuerza de vacilaciones y circunloquios.
Pero la aplicación del método científico no es una cosa fácil. Nunca, por más experiencia que tenga el científico, está seguro de que procede con corrección en las etapas de cualquier investigación. Unas veces se peca por exceso de ortodoxia, exceso de escepticismo, de duda; otras, al contrario, el error consiste en demasiada confianza, en el excesivo crédito prestado a una teoría.
El que esto escribe demoró veinte años en prestar atención a las famosas “Profecías de la Gran Pirámide”, pensando que se trataba de puras elucubraciones mitológicas sin ningún fundamento real. Cuando descubrí que la Velocidad de la Luz —en metros absolutos— era el número 286.1 y que este número en medidas de “pulgadas piramidales” se encontraba por todas partes en la Gran Pirámide, pude ver que las supuestas “elucubraciones” del ingeniero Davidson, publicadas hacia 1905 sobre dichas profecías, tenían una absoluta base científica, a despecho de que para nuestra ciencia “la profecía no existe”.
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Alejandra Correas Vázquez- Cantidad de envíos : 112
Fecha de inscripción : 17/10/2009
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